¿En qué época?
Primavera y otoño suelen ser las estaciones más indicadas para emprender camino, para evitar los rigores climáticos del verano e invierno .
Credencial.
Los peregrinos que recorran el Camino con motivación religiosa o espiritual, y que deseen por lo tanto obtener al final el certificado llamado ‘Compostela', así como aquellos que deseen utilizar la red de albergues, necesitarán partir de casa con una credencial de peregrino. Se trata de un cuadernillo único expedido por la Delegación de Peregrinaciones de la diócesis de origen, por la parroquia o por la Asociación de Amigos del Camino local, en la que los peregrinos recolectarán sellos de los albergueros de la ruta, para acreditar recorren las etapas a pie, en caballo o bicicleta.
A partir del año 2009 sólo se admite, para la obtención de la Compostela, el modelo oficial de Credencial del Peregrino que expide la Iglesia a través de sus instituciones (Obispado, Parroquia, Cofradía, etc).
Vestimenta.
Si en la edad media los caminantes se echaban a andar con apenas un zurrón, un bordón o cayado para apoyarse, una capa para resguardarse y una vieira al pecho como señal de identidad, hoy la preparación de la vestimenta y el equipaje deben realizarse con cuidado, en función de la época en que se realice el Camino, la modalidad escogida y el tiempo previsto de caminata.
La elección de la mochila es uno de los puntos clave: debe ser del tipo anatómico, con sujeción a las caderas, de unos 40 litros de capacidad y con compartimientos numerosos para no tener que deshacerla por completo cada vez que se quiere sacar algo. Los elementos más pesados se colocan más cerca de la espalda; el saco de dormir, la esterilla y la capa de lluvia, en un compartimiento inferior externo, y la documentación muy a mano.
El límite de peso que se puede cargar en la mochila suele establecerse en un 10% de nuestro peso: en todo caso, no más de 8 kilos para mujeres y 10 para hombres. Muchos peregrinos optan por llevar mayor cantidad de equipaje en un coche de apoyo o en enviar por correo, desde casa, distintos bultos de equipaje a lugares concertados.
El calzado también es una elección fundamental. Mientras en primavera y verano puede caminarse con zapatillas de deporte de suela gruesa, medio número más grandes de lo necesario (para prever hinchazones), en otoño e invierno es imprescindible llevar botas de trekking, de caña media, que sujeten el tobillo. Es importante no estrenarlas en el camino y haber entrenado con ellas en casa.
Además de la ropa adecuada para la temporada, debe contarse con incluir en el equipaje un botiquín de primeros auxilios básico, especialmente centrado en el cuidado de los pies.
La bicicleta permite añadir alforjas, pero también implica cargar con llaves, bomba de aire y utensilios de limpieza del vehículo, entre otros. Los jinetes tendrán que contar además con los implementos del caballo y su botiquín de salud e higiene.
Señalización del camino.
En general, los caminos a Santiago cuentan actualmente con señalización suficiente, cuyas deficiencias pueden salvarse con los mapas incluidos en todas las guías prácticas.
Gracias a la iniciativa del párroco de O Cebreiro, Elías Valiña, que señalizó con sus colaboradores buena parte del Camino Francés con una flecha amarilla, esta señal se ha extendido en los últimos 20 años a casi todas las variantes del Camino. A ella de añaden también las placas institucionales y otras señale, que varían de una comunidad autónoma a otra, e incluyen desde las marcas blancas y rojas de Navarra hasta los mojones de granito que aparecen en Galicia cada 500 metros para indicar la distancia que queda hasta Compostela.
En algunos tramos los gobiernos autonómicos han optado por construir carriles especiales para la circulación de los peregrinos, con resultados desiguales: si bien en unas zonas son senderos naturales que alejan al peregrino convenientemente del tráfico, en otras las sendas de gravilla constituyen un suplicio añadido para los pies del caminante, los cascos de los caballos y las ruedas de las bicicletas.
Obtener la Compostela.
A quienes logran llegar por sus propias fuerzas Santiago, les espera, en cualquier año, la recompensa de la Compostela, un diploma extendido por la Oficina del Peregrino para certificar que la ruta ha sido hecha con sentido cristiano. Lo obtienen los peregrinos que cubran los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo, y los que en bicicleta recorran los últimos 200. En ambos casos debe portarse la credencial oficial de peregrino con uno o más sellos diarios de los albergues o las parroquias recorridas por cualquiera de sus rutas.
TE PROPONEMOS EL CAMINO DEL MAR.
Se trata de una ruta de peregrinación recientemente descubierta que, continuando el trazado costero del Camino Norte asturiano, pone en contacto el puerto de Ribadeo con el puerto de Ferrol, desde donde, y siguiendo el trazado del Camino Ingles, llega hasta Santiago de Compostela.
Nuevos estudios históricos, fundamentados en la lectura de las fuentes documentales originales, demostraron como el trazado conocido como Camino Francés a la salida de Ribadeo, en el lugar del Feal, bifurcaba, tomando un ramal por el actual trazado del Camino Norte y el otro sigue la costa hasta el lugar de la Espiñeira, en el ayuntamiento de Foz. Cruza éste nuevo trazado por el ayuntamiento de Barreiros, donde lo encontramos en la parroquia de San Miguel de Reinante, en lugares como “Os Vilares, Candorca o Casal de Yte”, también lo vemos en San Cosme de Barreiros, “Veiga de Vilaboa, Vilabor, Fonte da Cernada o en la Fonte de Saa”. Atravesar la ría del Masma se podía hacer de dos formas, siguiendo el trazado físico del Camino hasta la parroquia de Celeiro de Mariñaos y cruzando el río por los puentes de Barral o el de Rexa o bien cruzar la ría en alguna de las dos lanchas existentes en el punto de la Espiñeira. La siguiente parada del Camino era la antigua Catedral de San Martiño de Mondoñedo. Al lado de esta joya del románico se situaba el segundo de los hospitales que encontraban los peregrinos en el camino, recordemos que el primero estaba en Ribadeo. El de San Martiño era mucho más pequeño que el ribadense ya que nunca pasó de seis camas, mientras que el de Ribadeo llegó a tener veintiún lechos en los que recogían pobres y peregrinos.
De San Martiño sale el Camino que nos lleva hasta Mañente donde volvemos a encontrar referencias documentales a aquel camino que seguimos desde Ribadeo, entraba en Foz por el barrio de Fondós, siguiendo hasta el lugar de Morgallón, en la parroquia de Nois, Cangas, Burela y Cervo volvemos a ver referencias documentadas a este Camino, que pasaba por San Ciprián, donde en el año 1641 el bachiller Andrés Varela, funda un hospital para acoger transeúntes, pobres y peregrinos.
De San Ciprián el Camino llega hasta el puerto de Santiago de Celeiro, donde el peregrino encuentra refugio en el hospital de Santa Ana, del cual, sabemos que existía ya a principios del siglo XV. Hasta el año 1580 este hospital de Santa Ana era mayor que todos los existentes en la parroquia colindante de Viveiro, momento en el que por orden del Rey Felipe II los cinco pequeños hospitales desaparecen creando el ayuntamiento un gran hospital bajo la advocación de Santiago y la dependencia del ayuntamiento. De los cinco hospitales existentes en este Camino del Mar el Viveiro y Ribadeo, los de mayor tamaño, son municipales y el resto dependen de la iglesia parroquial.
Tanto Ribadeo como Viveiro era los dos grandes puertos comerciales de la provincia de Lugo, están estudiados contactos comerciales con Flandes, Inglaterra, Francia y países del Norte, desde ya al siglo XIV. Barcos cargados de mercancías que las vendían en estos puertos, en mismo lugar donde compraban otras mercancías para venderlas en sus países de origen. Es casi seguro que en estos mismos barcos llegaban peregrinos que después emprendían el Camino del Mar para su viaje hacia Santiago, aunque el elevado número de peregrinos que tenemos localizados muertos en esta comarca y que traían la Compostela, nos hace pensar en que los puertos de Ribadeo y Viveiro fuesen no solo los lugares donde arribaban sino que también fuesen los puertos donde embarcaban cara a sus países de origen.
Que el Camino de Mar existe queda demostrado documentalmente por las constantes referencias al Camino Francés, por la existencia de hospitales, cinco en un tramo inferior a unos 70 km² y por la presencia, documentada, de peregrinos, que aparecen tanto en los libros de fábrica de los hospitales como en los libros de defunción. Gracias a esta documentación sabemos que entre los siglos XVII y XVIII tenemos constatada la presencia de 144 peregrinos, entre los que destaca el contingente francés con 34, seguido de 12 alemanes, 11 italianos. El número puede parecer pequeño pero somos conscientes de que los peregrinos caminaban en grupo, de lo cual no queda reflejo, sólo del que muere, por lo esta cantidad bien se puede multiplicar por 10 e incluso, nada exagerado, multiplicarse por 15. A parte de las referencias documentales está la presencia de términos jacobeos en los nombres de las parroquias, de las ermitas y capillas, que tanto abundan por la Mariña Lucense.
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